Jean- Paul Sartre No sé si se podrá decir que Sartre es el intelectual por antonomasia. Lo que no cabe dudas es que fue uno de los intelectuales más importantes del siglo XX. Al igual que Voltaire la conciencia de Francia. No sé si el inconsciente colectivo de símbolos universales como la gran madre, el viejo sabio, la sombra, el árbol de la vida al que Jung hacia referencia. Cuando murió se decía en Francia que hubiera dicho Sartre de esto o aquello. Tuvo mareas de apologéticos y de envidiosos, estos últimos, sobre todo, fuera de Francia. El texto que voy a transcribir es de E.M. Cioran, de origen rumano, flirteó con la Guardia de Hierro (fascistas, ultranacionalistas rumano), muy crítico con la obra de Sartre.
Ensayo de Cioran "Ejercicios negativos", con un apartado sobre Sartre. << No hay nada más inevitable o más gozoso que ver en una nación, debilitada por varios siglos de buen gusto, la aparición de un bárbaro cuya vitalidad se impone a una tradición de sutileza y cuya amplitud de miras se burla de las supersticiones del detallismo y el equilibrio. Cuando la inteligencia francesa, por demasiado segura de sí, parecía amenazada de esterilidad, llego Sartre, como un renuevo desconcertante, para hacer suyos todos los campos, con toda avidez de cambiar sus planteamientos, por no decir sus contenidos, que se confundió un movimiento superficial con una conmoción, y una curiosidad tan amplia con la profundidad Tanto vigor en los artificios del intelecto, tanta facilidad para abordar cada aspecto del espíritu y de la moda y tanta exasperación por ser. a cualquier precio contemporáneo, no podían dejar de deslumbrar: Sartre es un conquistador, el más prestigioso de nuestros días. Ningún problema se le resiste, ningún fenómeno le es ajeno, ninguna tentación le deja indiferente: todo le parece digno de ser abordado y vencido, desde la metafísica al cine. [...] Su éxito sólo tiene una explicación y un secreto: la falta de emoción: no le cuesta trabajo afrontar lo que sea, puesto que no pone en ello ningún empeño y todo es el fruto de una inteligencia comprensiva, inmensa, la más notable que existe en la actualidad. La filosofía existencial representaba una orientación del pensamiento, situada entre el sistema y la inspiración; el lirismo tenía su peso; su valor nacía de la impopularidad de las angustias y tormentos subjetivos inaccesibles para el público: exigía incluso algún tipo de iniciación a desgracias infrecuentes e inútiles, incompatibles con la salud y con la historia. Kierkegaard oculta tras los conceptos sus momentos de gran desasosiego, sus temores íntimos, al borde del apocalipsis y la psiquiatría; la impudicia de la enfermedad está tan oculta que casi parece un canto abstracto y un gimoteo intelectual; tiene algo de Job y de Hegel, pero los lamentos del primero le dan ese aire auténtico, sin el que sería una impostura hablar hablar de desesperación y muerte. Heidegger recoge profesoralmente la herencia de Kierkegaard: el resultado es una elaboración magnífica, pero sin sal, donde las categorías encorsetan las experiencias esenciales, un catálogo de angustias, un fichero de desastres. Las tribulaciones del hombre, como la poesía de su desgarro, son objeto de enseñanza. Lo Irremediable se convierte en sistema, pero no se le pasa revista, ni se muestra como si fuera un artículo de consumo corriente. Aquí se inserta la aportación de Sartre, manufactura de angustia, ostentación de nuestras últimas turbaciones, aplicación de nuestros escrúpulos y nuestras inquietudes. Ciertamente, su intención no fue trivializar los grandes temas de la filosofía existencial; por otra parte "El ser y la nada" contiene páginas que superan en su delirio terminológico incluso las páginas más áridas de Hegel y sólo son capaces de cautivar a los aficionados. halagados de nadar en lo desconocido, encantados con una avalancha verbal que, al ahogar las auténticas realidades, ofrece palabras en lugar de experiencias. La responsabilidad de Sartre es, por así decirlo meramente histórica; nace de su calidad, que consideramos suprema, de contemporáneo; ha hecho todo lo posible para que sus ideas estén en todas las bocas; nunca nadie como él ha sacado tanto partido de su pensamiento, ni se ha identificado tan poco con ellos. No se deja arrastrar por ninguna fatalidad: al nacer en la época del materialismo, tomo su simplismo y le dio una extensión insospechada; de haber nacido en la época del romanticismo filosófico, lo hubiera convertido en una Suma de ensoñaciones; de haber nacido en plena teología, hubiera manipulado a Dios con una habilidad sin precedentes. Al no vivir ningún drama, es capaz de todos. Mientras que podemos percibir en Kierkegaard o en Nietzsche que hubieran sido iguales a sí mismo en cualquier época, que sus abismos y sus temores eran verdades de temperamento, ajenas a los matices de una civilización, podemos percibir en Sartre una deficiencia de necesidad interior, que le permite encajar en todas las formas de pensamiento. Infinitamente vacío y maravillosamente amplio, es el prototipo del pensador sin destino aunque tenga uno, ciertamente extraordinario, pero puramente exterior. Su destreza y sutileza para encarar de frente todos los grandes problemas resultan desconcertantes: todo en ello es extraordinario, salvo la autenticidad. Si habla de la muerte, falta su zozobra, su hastío es reflexivo, sus exasperaciones fisiológicas parecen inventadas para el caso; es el antipoeta fundamentalmente paralelo a los sueños, pero su voluntad es tan lúcida y eficaz, que podría ser poeta si lo quisiera y -cabría añadir- santo, si se empeñase. Este intelecto demiurgo hace pensar en Valéry, pero este último era demasiado artista; Sartre no padece esta limitación... En realidad, no tiene ni preferencias ni prevenciones...; sus opiniones son accidentes, es una pena que se las crea; sólo interesa el proceso de su pensamiento... Si le escuchara desde el púlpito, no se sorprendería profesión de su ateísmo, pues parece indiferente a todas las verdades, las domina todas y ninguna le resulta necesaria ni orgánica... Orienta hacia el exterior una línea de pensamiento pomposamente de nominado <<existencialismo<< , que hubiera debido ser el fruto del repliegue sobre sí mismo y, al sustituir el << nosotros>> por el <<yo">>lo transforma en principio de salvación colectiva. Un libro apenas inteligible se convierte en la Biblia para todo el mundo; pocos lo han leído, todos lo comentan. Es la suerte que corre la metafísica en la época de las masas; "la nada" circula; está en todas las bocas... El reverso de la medalla, Sartre es la referencia para el nihilismo de bulevar y la amargura de los superficiales... Porque tiene un poco de este carácter, la multitud lo convierte, inconscientemente, en su protagonista >>.
Y para más inri y disgusto de Cioran, la Academia Sueca concedió el Nobel de Literatura, en 1964 a Sartre, pero que éste rechazó explicando en una carta a la Academia Sueca que él tenía por regla rechazar todo reconocimiento o distinción y que los lazos entre el hombre y la cultura debían desarrollarse directamente, sin pasar por las instituciones establecidas del sistema.
Cioran: <<Nietzsche, cuya obra es una oda a la vida y a la fuerza, arrastra una existencia enfermiza . Rousseau, que falsea todas sus experiencias, vive convencido de su sinceridad >>.
Paul Valéry: << Confieso que he hecho de mi espíritu un ídolo, pero porque no he encontrado ningún otro >>.
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