"El intelectual y su memoria": Antonio Muñoz Molina Universidad de Granada, Facultad de Filosofía y Letras, 1998 Resumen La cita de Nabokov referida a Proust :" Un mártir de la combustión interna". Proceso de creación del "Jinete polaco" Antonio Muñoz Molina : << Sentía como la necesidad de liberarme de la novela. De hacer un tipo de escritura que fuera como el fluido de la voz. Con una libertad sin andamios, sin nada. Se me ocurrió hacer un relato de una conciencia no narrativa, ni nada, ni ficción. El relato de mi propia conciencia. Me hicieron un encargo que era un libro sobre Córdoba en el periodo de los Omeyas. (...) Hice un libro en el que tuve que escribir sobre un montón de temas que no había escrito antes. Tuve que escribir sobre mucha gente, tuve que escribir sobre mucha gente ajena a mí; tuve que escribir sobre el poder político. Escribir un prólogo en el que contaba, de lo único que trataba ese prólogo era de un viaje mío a Córdoba mientras preparaba la escritura del libro. Escribí un prólogo que era ese yo contando lo que ve sin limitaciones y , entonces, en ese libro comenzaron a salir registros que yo no había usado antes. Registro del color muy fuerte, de entusiasmo, de vidas no encerradas en categorías estrictamente intelectuales, es decir, escribir sobre el poder político, la ambición política de Almanzor; sobre la Mezquita de Córdoba. Recuperé aficiones de historiador, del arte. Escribí sobre arquitectura, sobre paisajes. Cuando terminé el libro me di cuenta que me había servido de aprendizaje. Tu haces una crónica de la postguerra, pero yo no puedo hacer una reconstrucción histórica, tengo que hacerla desde mi propia conciencia del que recuerda o el que ha recibido esas narraciones. Y no puedo hacer la crónica de mi propia memoria personal o mi propia memoria infantil sin vincularla al tiempo en que vivo. Esa memoria tiene que ser contemplada desde un presente dinámico, que es el de ahora mismo, el de mi yo personal; y al mismo tiempo el pasado histórico anterior a mi propia existencia, a mi propia vida, tenía que ser integrado en ese marco. Una tarde en una espacie de trance, de ocurrencia, empecé a ver las conexiones entre las tres historias. En esa novela yo descubrí. Hay una parte de la novela que está escrita antes de que existiera ya la novela plenamente, que es el primer capítulo de la segunda parte. El primer capítulo de la segunda parte empezó a ser escrito por casualidad, y era una especie de relato de mi propia adolescencia en Úbeda a principios de los años setenta. (...) Escribiendo aquello, que no tenía la menor vocación narrativa, ni casi literaria, me di cuenta de que la mejor literatura que yo podía hacer en ese momento era una literatura ajena ala literatura, es decir, era una literatura que contara esas cosas tan inmediatas, tan materiales y tan simples y tan personales. Esa vocación de contar realmente lo que uno ha sido, de contarlo sin legitimidades culturales, sin máscaras de prestigio. Yo que había viajado por tantos mundos literariamente hablando, tan ajenos a mí, próximo y ajeno, y había sentido que se me habían agotados las cosas, y estaba sentado sobre mi principal yacimiento. Mi trabajo a partir de entonces, de esa novela, se puede calificar como una especie de viaje hacia el realismo y hacia la naturalidad. Una tentativa de adquirir la naturalidad de la narración.
"Ardor Guerrero" Me fui a América. En la cultura inglesa y americana es frecuente la escritura autobiográfica, alguien cuenta en primera persona una experiencia, no con vocación de totalidad, que le ha ocurrido a él, algo de lo que ha sido testigo, es decir, una manera de contar las cosas desde un punto de vista personal, pero en el cual el yo no es el centro. El yo ocupa una posición marginal, el yo es un testigo. Fue allí envuelto en esas lecturas. se me ocurrió un relato en el que ya no hubiera ninguna ficción , y entonces hice "Ardor Guerrero".
La tercera persona Inmediatamente después volví a la novela con algo que yo no había sabido hacer hasta entonces. Casi todas las novelas que se publican ahora en España están escritas en primera persona. Par mí era muy importante aprender a escribir en tercera persona. Eso es una cuestión formal, pero no solo formal. Yo quería aprender a saltar de un personaje a otro como lo hacen los grandes novelistas, de una conciencia a otra, da una visión poliédrica de las cosas. Hacer como hace Simenon, por ejemplo, que es saltar de la conciencia del asesino a la conciencia del que lo busca, a la conciencia del camarero. Sabéis que durante mucho tiempo el narrador omnisciente estuvo muy mal visto en la literatura, era como una cosa del siglo XIX, una antigualla. Decía juan Benet: " La novela del siglo XIX carece de interés en general". Bueno. El narrador omnisciente carecía de interés, ¿ y por qué? porque ese narrador que va pasando de un sitio a otro y nos va mostrando lo que siente, lo que ve cada uno, porque eso te da una visión más cierta de la realidad, la realidad se ve de manera fragmentaria, de manera poliédrica >>. No olvidéis a Fernando Pessoa: "El poeta es un fingidor".
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